Érase una vez una tarde del mes de junio, ya cuando el curso escolar estaba dando los últimos coletazos, cuando Maribel, Maribel Serván, la mamá de Paco, recibió una vez más la visita de los fantasmas que, en no pocas ocasiones, todo lo pueden en el pensamiento de las personas. Lo cierto es que la situación no era para menos. Paco es un chico de diez años de edad con Trastorno del Espectro Autista (TEA) y Trastorno Específico del Lenguaje (TEL) grave, y ella, la mamá de Paco, profesora de Educación Infantil en el colegio Carmen Sedofeito de Chiclana, se encontraba sentada en el banco de un parque cercano al colegio de su hijo, La Montaña.
Esos fantasmas no venían a otra cosa que a ahondar en la pesadumbre de una mujer cansada, probablemente desilusionada con la vida y con todos los esfuerzos realizados hasta el momento en los cuidados de su hijo, un chico que precisa todas las atenciones. La desesperante lentitud a la hora de alcanzar logros en la evolución de su hijo, el nulo apoyo social en su lucha contra las circunstancias de la vida y, con más peso, mediando un trastorno invisible que no se manifiesta en el aspecto físico, así como esa envolvente de una comunidad que tiende a juzgar muchas veces sin escrúpulos y dañando poco a poco el corazón de las personas, dejaban a Maribel a borde de un precipicio del que, necesariamente, tenía que salir por el bien de su hijo y del suyo propio. Por si ello fuera poco, Paco se encontraba en aquella época muy nervioso en el colegio, generando muchas conductas disruptivas que no ayudaban en ningún sentido a nada y empeoraba la situación un día tras otro en todos los ámbitos.
Así, entre fantasmas revoloteando por su cabeza y en medio de un bombardeo de pensamientos negativos, desbordada por completo, en definitiva, Maribel consideró que había llegado la hora de darle la vuelta a todo, sobre todo porque ella siempre se había considerado a sí misma una persona alegre, optimista, y no era esa precisamente la Maribel que estaba sentada en el banco de aquel parque aquella tarde de junio en el banco de aquel parque. Y ese impasse de su pensamiento, decidió comenzar a escribir desde su experiencia y dejando a un lado esa pesada mochila que llevaba encima y poniendo sobre la mesa todo lo positivo y bueno de la relación con su hijo. "Ahí comencé a escribir mi historia, que es la historia de mi hijo, y así surge el cuento La mamá de Paco, como una terapia para mí misma, y sin propósito alguno de publicarlo", detalla la autora.
Satisfecha con el resultado final y muy orgullosa de su trabajo, tuvo a bien mostrárselo a una amiga íntima, quien le recomienda que dé visibilidad a ese cuento para que la gente conozca la situación de muchas familias que viven situaciones parecidas, "porque cuando no se habla de las cosas parece que no existen". Y luego llegó el cuento a otras amistades hasta que cae en manos de un catedrático de Literatura que consideró la obra publicable por lo fantástica que le parecía. Y a partir de ahí todo comenzó a rodar.
"Montes Agüera, maestra infantil de Paco, que es además una gran dibujante, me propuso encargarse de ilustrar el cuento y de la gestión de su publicación a través de la plataforma de edición que tiene Amazon; y ella se ha encargado de todo, porque mi situación no es realmente funcional para dedicar tiempo a gestiones de este tipo, que son engorrosas y desvían la atención en la vida diaria y en el cuidado de mi hijo", relata la madre de Paco.
Y fue así como finalmente, el cuento titulado La madre de Paco, salió a la luz pública con unas consecuencias imprevisibles: varios días arriba del todo en el escalafón de ventas y, posteriormente, alcanzando la cima entre las publicaciones de la editorial dedicadas al ámbito de la Educación Especial. La difusión mediática hizo luego el resto. "La verdad es que hemos hecho poca promoción y ahora mismo no lidera el ranking, pero lo cierto es que en su día realizamos una pequeña inversión para publicarlo y hoy podemos decir que hemos recuperado esa inversión y que estamos en conversaciones con una asociación dedicada a la investigación neurológica sobre el autismo con la intención de donar todos los beneficios a esta entidad", explica Maribel.
Ahora el propósito no es otro que reactivar la promoción de libro en aras de poder contribuir "con nuestro granito de arena a la investigación" y con un proyecto muy ambicioso por delante: contribuir a la creación de un laboratorio de investigación sobre el autismo en Chiclana; sabemos que es muy complicado, pero al menos que no falte nuestra colaboración". Hay que decir que, como subraya la mamá de Paco, se trata de un proyecto "que ahora mismo está en bambalinas, pero estamos trabajando en esa dirección y ojalá que tengamos muchos beneficios para que finalmente ese proyecto surja".
Precisamente y dentro de las acciones encaminadas a la promoción del libro, estos días atrás ha tenido lugar una actividad en la escuela de verano de la ludoteca 'La ratona', en Chiclana, y en cartera está la organización de nuevos eventos.
Pero en cualquier caso y como momentáneo final feliz de esta historia, la mamá de Paco es ahora más mamá de Paco que nunca, y Paco, verdadero protagonista, continúa en su proceso terapéutico desde las distintas acciones en que se ve involucrado, tanto educativas como de estimulación psico-sensorial y locomotriz a través de la Asociación SoloSurf, donde participa de sus programas desde antes de la pandemia de la Covid-19 y ya ha aprendido a nadar "como un pez", por lo que ha logrado pasar de nivel y ahora ya forma parte del equipo de usuarios del programa de invierno que la asociación desarrolla durante el curso escolar en la piscina del Complejo Deportivo de Astilleros de Cádiz.
Y, colorín colorado, la historia continúa.
